Cuando sentimos emociones intensas, el sistema límbico se activa, impulsándonos a reaccionar rápidamente. Sin embargo, la corteza prefrontal, la parte más reflexiva del cerebro, puede ayudarnos a calmar esas emociones. Hacer preguntas es una forma de usar esta parte del cerebro para recuperar el equilibrio emocional y no dejar que las emociones nos controlen.